29.2.12

Juego de Tronos; o sobre la desidia de Gigamesh

Trailer de Game of Thrones, 2.ª Temporada


«Winter Is Coming».
—Lema de la Casa Stark— 


Mientras el invierno se aleja en el hemisferio Norte de este planeta azul nuestro, se acerca otro de naturaleza distinta. HBO ya prepara las pilas para la llegada de la segunda temporada de Games of Thrones —Juego de Tronos en castellano—, la aclamada serie basada en la saga literaria Canción de Hielo y Fuego, de George R. R. Martin.

Se trata de uno de esos acontecimientos televisivos que se esperan con ilusión. En general, no puede considerarse que yo caiga dentro de la categoría de friki, al menos en su versión más prototípica; pero en esto coincido con mis amigos que sí lo son: estoy totalmente enganchado.

Sin embargo, quiero dedicar unas reflexiones no a la versión televisiva, sino a la literaria. No voy a referirme a los retrasos constantes con los que los fans sufren y hacen sufrir a su autor. Voy a tratar, más bien, sobre Gigamesh, la editorial española que tiene los derechos sobre los libros de Canción

Y es que en pocas ocasiones he visto semejante ejemplo de miopía empresarial. Cuando la serie comenzó a ser un éxito ya en tierras íberas, los libros de la saga traducidos al castellano no se encontraban ni en los centros espirituales. En lugar de aprovechar el tirón para hacerse, literalmente, de oro, los editores actuaron de forma tardía y timorata en la tirada de nuevos ejemplares de libros que, por lo demás, ya estaban traducidos y editados. Recuerdo haberme recorrido Madrid —incluyendo la FNAC, El Corte Inglés y varias librerías— buscando Choque de Reyes sin éxito, y anunciándome todos los libreros que tardarían meses en recibir nuevos ejemplares.

Ahora, para más inri, cuando la versión original del último libro de la saga, A Dance with Dragons, lleva ya más de siete meses en el mercado anglosajón, la casa española aún ni siquiera ha anunciado cuándo tiene previsto sacar la versión en castellano. Los fans de la versión literaria, en una comprensible impaciencia  —y demostrando una coordinación y una eficacia mucho mayores que la casa editorial— han sacado ya su propia traducción, puesta gratuitamente a disposición de quien quiera en varias páginas de internet. Bien es cierto que en la propia traducción se añade una nota que reza:
Por último expreso mi deseo particular y el de todos los que hemos estado trabajando duramente estos dos últimos meses para tener esta traducción completada de retirar esta traducción en el mismo momento que el original sea traducido por Gigamesh, e insto a comprar, como seguro haremos todos los que hemos participado, el volumen original en Castellano editado por la misma editorial.
Sin embargo, es previsible que esta declaración de buenas intenciones se quede en muchos casos en papel mojado, y que los que lean esta traducción luego no compren la edición oficial de Gigamesh. 

Ignoro cuántos euros les costará a los editores, por tanto, este movimiento de los fans reconvertidos en traductores freelance; lo que tengo bastante claro es que ellos se lo habrán buscado.

27.2.12

¿Absuelto?


«¡Oh, libertad! Cuántas injusticias
se cometen en tu nombre».
—Madame Roland—

Ha salido ya la tercera y última decisión del Tribunal Supremo respecto al juez Baltasar Garzón —ya decía ayer que para mi siempre será juez, aunque le hayan retirado el título de señoría—.

Poco hay que se pueda añadir sobre lo ya dicho por tantos sobre esta cuestión. Se trata de unos procesos de tan claros tintes políticos que convirtieron el hecho de ser español en motivo de sonrojo internacional.

Los magistrados del alto órgano judicial han tenido a bien exonerar a Garzón por la investigación de los crímenes del franquismo. Así, se le declara inocente por la acción que motivó su persecución, mientras que se le condena por una instituida al efecto. Lavamos la cara y todos contentos. Es una verdadera lástima que no hayan engañado a nadie.

Garzón no es un hombre perfecto, y ciertamente no fue un magistrado perfecto. Su enorme afán de protagonismo ha acabado, al final, por perderle. Pero es triste —por decir lo menos— que alguien que ha hecho tanto por la Justicia y por España acabe denostado por el pueblo y por la democracia a las que ayudó a dignificar.

El juez Garzón puede aún recurrir al Tribunal Constitucional y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Sin embargo, ninguna de esas perspectivas resulta demasiado halagüeñas, por distintos motivos muy largos para relatar aquí. 

Diría que aún confío en que se haga justicia, pero mucho me temo que mi capacidad para la fe no se estira tanto.

26.2.12

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«Yo adivino el parpadeo
de las luces que, a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron
con su pálido reflejo
ondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor».
—Carlos Gardel—

Siempre se vuelve al primer amor. O al último. Ya sé que en mi última entrada anunciaba una larga vacatio, pero lo cierto es que esta ha ido mucho más lejos de lo que yo pretendía. Entre unas cosas y otras he estado casi totalmente desaparecido del mundo digital personal —también de twitter—, aunque he seguido presente en otros proyectos.

Durante este tiempo han acontecido multitud de sucesos que me hubiera gustado comentar, como los infamantes procesos contra el juez Garzón (sí, sé que ya no pertenece a la carrera judicial, pero para mí seguirá siendo siempre un magistrado de la justicia), o las reformas anunciadas por el Ministro de Justicia. O la situación que se vive en esta Unión nuestra, cada vez más desunida.

He perdido mi oportunidad y, como dirían los ingleses, it's no use crying over spilled milk. Así que, siguiendo la sabiduría de los flemáticos británicos, en vez de lamentarme voy a proponerme volver al manso redil de la constancia, que es mucho más útil.

Nos leemos luego.